¿Son tan malos realmente los biocombustibles?

Para realizar un análisis superficial sobre el tema de los biocombustibles deberíamos en primer lugar diferenciar los tipos más importantes que existen de estos. Existen derivados de la extracción de aceites de materias vegetales (torta de orujos) que pueden utilizarse, y así se hace, para su combustión y generación de calor poco contaminante. Se puede hablar también del metano generado a partir de lar reacciones químicas realizadas por bacterias que también se usa como medio de obtención de calor y/o electricidad poco contaminante y muy rentable económica, ecológica y energéticamente.

Pero de lo que se suele hablar cuando se critica a los biocombustibles es a los hidrocarburos derivados de aceites vegetales o de etanoles, producidos a partir de materia vegetal, y destinados a la locomoción automovilística.

La crítica surge por el perjuicio que supuestamente estos productos causan en el mercado de materias primas alimentarias encareciéndolas y limitando su distribución en los países menos desarrollados. Podríamos especificar que el problema no es la producción de estas materias primas sino, como siempre, la máxima rentabilidad que se espera de ellos. Si se cultiva grano específicamente para que la producción de etanol sea máxima, este grano dejara de pertenecer a la cadena alimentaria. Si en vez de esto usamos productos de desecho para su fermentación obtenemos el mismo producto. Así por ejemplo las cáscaras de las frutas utilizadas para la obtención de zumos o de aceites esenciales, como en el caso de los cítricos, pueden perfectamente ser utilizados para la obtención de etanol. En el caso del biodiesel, producto obtenido a partir de aceites vegetales, se podrían reutilizar productos de desecho como aceites o grasas usadas en restaurantes u hogares y recogidas selectivamente, mediante la concienciación colectiva de la sociedad y la disposición de infraestructura para ello. En los centros de depuración de aguas de las grandes ciudades se podrían perfectamente obtener aceites o grasas mediante la utilización de bacterias que disociaran dichos residuos.

Otra vertiente crítica utiliza la distribución de estas materias primas como excusa para encarecer ecológicamente los productos así obtenidos. Es decir, si producimos en los países menos desarrollados las materias primas para ultimar el proceso en los más desarrollados, el consumo energético que supone la redistribución de estos productos no es rentable respecto al consumo que supone. Esto obviamente se evita consumiendo en los países originarios los productos realizados lo cual beneficia en cuestión de desarrollo a los menos favorecidos.

Con esto quiero decir que el problema no son los procesos de obtención sino la utilización que se hace de estos. Son empresas petroleras las que están invirtiendo principalmente en la investigación de estas tecnologías a la vez que fomentan su descrédito. La razón de esta contradicción radica en que esto les permite subir el precio de los hidrocarburos mientras estos duren y se garantizan el negocio para después.

Se podrían plantear alternativas sostenibles, tanto social como energéticamente, en países para su desarrollo invirtiendo en infraestructuras tanto de producción agrícola de la materia prima como de producción de la materia final y a la vez estas infraestructuras podrían beneficiar la producción agrícola y las redes de comunicación en estos países.

El problema insisto, no está en la sostenibilidad de la producción de estas alternativas energéticas sino en el eterno problema de la mala distribución de las riquezas. De los intereses económicos que priman sobre los intereses humanos y de desarrollo.

Comentarios

mendru ha dicho que…
Este me ha salido muy serio pero me tiene muy mosqueado este tema.

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